Cualquier semejanza con
la realidad
no es pura coincidencia.
-Croo, coo;
crooo... croo; croo, coo- aleteo –croo-
otro aleteo más fuerte. –Crooo, co; croo, croo, croo,- y varios aleteos que
hicieron que Federico se sentara en la cama.
Pero inmediatamente se acostó de nuevo tapándose la cabeza.
Mil trescientos
pesos la noche y tenía una familia de palomas viviendo en el ducto del aire
acondicionado.
-Coo, croo, coo.
Tenía la junta a
las ocho de la mañana, ¿es que acaso las palomas no sabían eso? Levantó las cobijas y miró el reloj: 3:57.
Malditas
palomas.
-¡Crooo!
Sí, ustedes,
malditas.
Federico se
cubrió la cara con las manos y exhaló.
Esas palomas no lo habían dejado dormir en toda la noche. Fastidiado, llamó a recepción y -cuarenta minutos
después- ellos enviaron a alguien a que resolviera el asunto. Total que para las seis de la mañana ya había
hecho su ejercicio y estaba bañado y cambiado, con su maletín listo y un cupón
para una noche gratis la siguiente vez que fuera al hotel.
La siguiente
vez. ¡Mah! Como si fuera a regresar
ahí. Bueno, claro que iba a regresar
para usar el cupón, pero después de eso, ¡jamás!
¿Algún problema,
Federico?, le preguntó su jefe, quien presidía la junta. No, no, señor, adelante, continúe.
Ay, pero qué
cansado estaba.
Después de haber
terminado su desayuno continental había salido del hotel, a paso lento y
echando humo, y había pedido un taxi. Su
jefe se había hospedado en el hotel de la reunión, uno Gran Turismo, y a él le
había tocado en el otro.
-¡Croo!-
Federico se sobresaltó.
Pero Federico,
¿qué te pasa? Nada, nada, jefe, pensé
que había oído algo extraño, eso es todo.
Pues bueno, Federico, ahora pon atención.
Pero pobre
Federico, entre más atención ponía, más palomas oía.
-Croo, coo; croo. Croo, croo;
croo. Croo; croo.
Y un aleteo.
Bueno, ¿dónde
estaban ahora las malditas palomas? ¿Será que el aire acondicionado tampoco funcionaba?
Cautelosamente levantó su mano, tratando de sentir el flujo de aire.
¿Sí, Federico,
alguna pregunta? Ehh, sí jefe, ¿cuál es su plan para subir las ventas? ¿Qué no estás escuchando Federico? Ya cambiamos la publicidad. Ah, sí, jefe,
pero yo me refería a internamente. Vaya
Federico, esa es una buena pregunta.
Fiu, salvado por
esta vez.
-Croo.
Bueno, por lo
menos en el avión dormiré.
Ya en el
aeropuerto él y su jefe se fueron a tomar un café mientras esperaban su salida.
¿Y qué te
pasaba, Federico?... Ay jefe, es que las
palomas no me dejaron dormir. Había una
familia de palomas endiabladas empecinadas en mantenerme despierto. Y lo lograron. Y luego en la junta las escuchaba de
nuevo. ¿Escuchabas palomas en la junta,
Federico? Vaya...
-Croo, croo.
Ahí están, jefe,
¿no las escucha? No, Federico, no las
escucho.
-Coo, croo.
Es que no puede
ser que estén aquí en el aeropuerto. No están aquí,.. Federico, creo que ya te
dejaron la mente atrofiada. No, jefe, si
sí las escucho.
Ya en el avión
Federico se relajó. Aquí no habría
palomas. Reclinó su asiento, cerró los
ojos y--
-¡Croo!
¡No! ¿Palomas?
¿Cómo podía haber palomas en el avión?... Y aleteos.
Se bajó del
avión temblando. Tampoco había podido
dormir. Como no traía equipaje aparte de
su pequeño maletín, salió corriendo del aeropuerto, pidió un taxi y se dirigió
a casa. Entró como un torbellino a su habitación, cerró la puerta con seguro,
se quitó la ropa y se metió a la cama.
Ahora nadie ni nada lo molestaría.
Se cubrió hasta la cabeza.
- Croo...
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