sábado, 26 de abril de 2014

Las Palomas

Cualquier semejanza con la realidad

no es pura coincidencia.


-Croo, coo; crooo...  croo; croo, coo- aleteo –croo- otro aleteo más fuerte. –Crooo, co; croo, croo, croo,- y varios aleteos que hicieron que Federico se sentara en la cama.  Pero inmediatamente se acostó de nuevo tapándose la cabeza.

Mil trescientos pesos la noche y tenía una familia de palomas viviendo en el ducto del aire acondicionado.

-Coo, croo, coo.

Tenía la junta a las ocho de la mañana, ¿es que acaso las palomas no sabían eso?  Levantó las cobijas y miró el reloj: 3:57.

Malditas palomas.

-¡Crooo!

Sí, ustedes, malditas.

Federico se cubrió la cara con las manos y exhaló.  Esas palomas no lo habían dejado dormir en toda la noche.  Fastidiado, llamó a recepción y -cuarenta minutos después- ellos enviaron a alguien a que resolviera el asunto.  Total que para las seis de la mañana ya había hecho su ejercicio y estaba bañado y cambiado, con su maletín listo y un cupón para una noche gratis la siguiente vez que fuera al hotel.

La siguiente vez. ¡Mah!  Como si fuera a regresar ahí.  Bueno, claro que iba a regresar para usar el cupón, pero después de eso, ¡jamás!

¿Algún problema, Federico?, le preguntó su jefe, quien presidía la junta.  No, no, señor, adelante, continúe.

Ay, pero qué cansado estaba.

Después de haber terminado su desayuno continental había salido del hotel, a paso lento y echando humo, y había pedido un taxi.  Su jefe se había hospedado en el hotel de la reunión, uno Gran Turismo, y a él le había tocado en el otro.

-¡Croo!- Federico se sobresaltó.

Pero Federico, ¿qué te pasa?  Nada, nada, jefe, pensé que había oído algo extraño, eso es todo.  Pues bueno, Federico, ahora pon atención.

Pero pobre Federico, entre más atención ponía, más palomas oía.

-Croo, coo; croo.  Croo, croo; croo.  Croo; croo.

Y un aleteo.

Bueno, ¿dónde estaban ahora las malditas palomas? ¿Será que el aire  acondicionado tampoco funcionaba? Cautelosamente levantó su mano, tratando de sentir el flujo de aire.

¿Sí, Federico, alguna pregunta? Ehh, sí jefe, ¿cuál es su plan para subir las ventas?  ¿Qué no estás escuchando Federico?  Ya cambiamos la publicidad. Ah, sí, jefe, pero yo me refería a internamente.  Vaya Federico, esa es una buena pregunta.

Fiu, salvado por esta vez.

-Croo.

Bueno, por lo menos en el avión dormiré.

Ya en el aeropuerto él y su jefe se fueron a tomar un café mientras esperaban su salida.

¿Y qué te pasaba, Federico?...  Ay jefe, es que las palomas no me dejaron dormir.  Había una familia de palomas endiabladas empecinadas en mantenerme despierto.  Y lo lograron.  Y luego en la junta las escuchaba de nuevo.  ¿Escuchabas palomas en la junta, Federico?  Vaya...

-Croo, croo.

Ahí están, jefe, ¿no las escucha?  No, Federico, no las escucho.

-Coo, croo.

Es que no puede ser que estén aquí en el aeropuerto. No están aquí,.. Federico, creo que ya te dejaron la mente atrofiada.  No, jefe, si sí las escucho.

Ya en el avión Federico se relajó.  Aquí no habría palomas.  Reclinó su asiento, cerró los ojos y--

-¡Croo!

¡No!  ¿Palomas?  ¿Cómo podía haber palomas en el avión?... Y aleteos.

Se bajó del avión temblando.  Tampoco había podido dormir.  Como no traía equipaje aparte de su pequeño maletín, salió corriendo del aeropuerto, pidió un taxi y se dirigió a casa. Entró como un torbellino a su habitación, cerró la puerta con seguro, se quitó la ropa y se metió a la cama.  Ahora nadie ni nada lo molestaría.  Se cubrió hasta la cabeza.

- Croo...



Cuento finalista del concurso Cada loco con su tema, México 2012

Cuento publicado en "Cuentos de la Azotea"
Visita la página de Sandra en Amazon
Visita el portafolio de modelo de Sandra
Visita la página de la compañía teatral de Sandra y su esposo en Facebook: His & Hers Theatre Company

No hay comentarios:

Publicar un comentario