sábado, 31 de mayo de 2014

Lo que la Lobos me enseñó en realidad ;)


Estudiar en una universidad como la Lobos, para una persona naturalmente introvertida, puede ser una experiencia bastante difícil…  Apenas ahora se está entendiendo que la introversión es algo bueno: es la cuna de la creatividad, y no implica de ninguna manera la inactividad o la pasividad, sino que tras una faz callada hay todo un mundo activo, completo y hasta casi sólido.  Si no fuera por los introvertidos, las grandes ideas artísticas no se llevarían a cabo; si no fuera por nosotros, el mundo no tendría hoy ciertos libros, pinturas u obras musicales.  Hoy, por fin, aunque no en todas las áreas del mundo, se entiende que ser introvertido es algo bueno, y que la introversión/extroversión es uno de los yin yangs más importantes de la humanidad…

En mis años de estudiante esto no se conocía, y ni siquiera en mis años de maestra…  el introvertido era maaaalo…  era al que teníamos que sacar del caparazón, que quitarle depresión o hacerlo que se involucraran más con sus compañeros para que estuviera “sano”.  El extrovertido era el completo, el que tenía inteligencia social y por ello el sano y el ejemplo a seguir para el resto de los compañeros.  Añádele al introvertido una dosis de hiperfantasía e hipersensibilidad y mételo a casi cualquier escuela de Durango en los años 90’s y 2000’s, y tienes sufrimiento asegurado…  (Me gustaría decir que en ésta década la situación ya cambió, pero por desgracia las estadísticas de bullying dicen otra cosa.  En eso no me meteré por lo pronto.  Aquí va en lo que me voy a enfocar a partir de la siguiente línea: el nacimiento de mi Yo Escritora.)

Introvertida en la Lobos ya me traía problemas… leyendo todo el tiempo, ah, pos que antisocial…  Métele que la música grupera y de banda (y el reggaetón) me ponen de malas, y que mi cabello morado o rosa  (y en una ocasión azul) entraban en conflicto con las chicas que buscaban a toda forma estar a la moda, y ya tienes la fórmula perfecta para continuar de paria social; si hablaba de El Señor de los Anillos o Harry Potter (o me ponía accesorios relacionados a esas u otras sagas) la gente en general me sonreía cordialmente y cambiaba de tema; una vez un chico que me gustaba me dejó de hablar porque le dije que soñé que yo era Buffy y que sabía que tenía que salvar al mundo con su ayuda…  Ah, y luego estaba el hecho de que por el medicamento psiquiátrico muy muy muuuuy rara vez podía tomar alcohol, así que eso le valía a la gente las excusas para no invitarme a salir con ellos (es en serio: me llegaron a decir “¿Para qué te invitábamos, si no tomas?”) (Erm, digo me “llegaron a decir”, pero la realidad es que todavía me ponen excusas como esas) (Eso, o hay gente que se sorprende cuando me ve con un vino blanco en la mano “¡Sandritaaaaa! ¿Cómo que TÚ tomaaaandooooooo?”).

Aún así, hay dos cosas que me hacen agradecer que por esos cinco años no estuve del todo sola: algunos amigos igual de singulares que yo, que ya sea que les gustara igual o más el Anime, la fantasía y los seres mágicos, y el hecho de que varios de mis profesores durante esa etapa se dieron cuenta de mis habilidades creativas y me apoyaron con todo para poder adentrarme en este mundo sin perder mis buenas calificaciones.

Otra cosa que tengo que admitir, muy para mi pesar, es que la marginación continúa hasta hoy; no por ya no estar estudiando en una “party school” o por haber cruzado el océano en pos de encontrar un mundo que sea mío, ha significado que he dejado de ser la rarita y la ignorada…  Suena a historia de llanto, o quizás a queja, pero es una realidad que he tenido que afrontar en los últimos meses, y que me ha hecho percatarme de que la culpa no la tuvieron ni el Colegio España ni la Lobos.  Que yo me haya insertado ahí por mis diferentes circunstancias, y haya vivido lo que tenía que vivir, eso ya es otra cosa…  La verdad es que no sé lo que hago para que la gente me deje de hablar, porque la mayor parte del tiempo es de buenas a primeras, sin dar ni la más mínima señal de que algo les iba mal de mí (honestamente, sé que no soy grosera o feíta con nadie, así que no tengo la más mínima idea de qué sucede)  (En fin, esto no es una queja; es una introducción para poder pasar al siguiente punto).

Yo no sé cuantos autores sean o hayan sido realmente sociales… Así, en el sentido total de la palabra: sociales.  No sé si en ocasiones ellos también se sintieran como yo…  Sé que Onetti llego a no ir a sus propias premiaciones; se que Tolkien se encerraba en su estudio y que su vida social consistía en juntarse en un pub  con otros autores a hablar de sus propias obras o de otros autores a quienes respetaban; sé que Oscar Wilde se las vio duras, aunque se movía en círculos muy vastos; sé que Austen también evitaba ciertas situaciones sociales; sé que Agatha Christie no tanto y que de hecho así sacó varias de sus mejores historias.  Si desde muy joven agarré actitudes similares, ¿eso ya bastó para que mi vida quedara marcada como la eterna marginada?

Si es así, y si mi amigo Luis Gerardo tiene razón en decir que los que están conmigo siempre van a estar, pues lo veré como la señal de que definitivamente lo mío lo mío está en las letras…  En meterme hasta dentro en mis historias y ahí vivir mi otra vida, la que tiene más sentido que la real.

Ahora sí vamos a la parte del agradecimiento hecho y derecho: como dije, estudiar en una escuela que es nacionalmente conocida por la cantidad de sus fiestas puede ser bastante difícil para alguien que tiene *ciertas* dificultades sociales… pero afortunadamente tuve varios maestros que se percataron de que mi introversión no era algo malo, y de hecho que mis habilidades creativas tenían que ser explotadas para llegar yo a una meta de acuerdo con mis gustos y placeres.  Creo que algunos de estos maestros supieron desde el principio que tarde o temprano me convertiría en escritora, pero en general todos me apoyaron en el camino que tomé…  y aunque hubieron algunas tangentes que en primera instancia parecerían pérdidas de tiempo (específicamente la actuación), para mí fueron experiencias valiosísimas que me otorgaron todo lo necesario para escribir mi primera novela, La Sombra Detrás, que está en Amazon Kindle, y para armar el libro de cuentos que estoy terminando de limpiar durante  estos días… que pronto subiré también a Kindle ;)

Entré en la Licenciatura de Relaciones Internacionales por tres razones: 1) por mi situación de salud no podía salir de la ciudad, así que busqué una carrera que me pudiera dar herramientas para la vida (no necesariamente para el trabajo, ya que la política y yo no nos llevamos bien, y ya había decidido que me mantendría en el área de las humanidades), 2) el currículo de la carrera me impresionó, todo lleno de Historia, Filosofía, y muuuucas materias que me permitirían entender e interactuar con el mundo entero (súper vientos, porque sí que me han servido…  todas menos la de Historia del Mundo Islámico, creo que esa me pasó de noche), y 3), ¡porque el Maestro Arturo Kampfner me ganó!  Por su carisma y toda la inteligencia que demostraba al hablar de las materias y de todos los conocimientos que uno adquiere y desarrolla en la carrera, inmediatamente me percaté de que él era un coordinador de carrera que, a pesar de su corta edad, ya sabía hacer su trabajo con eficiencia y calidad equiparables a gente con más trayectoria… Estoy segura que él leyó en mi mis intenciones, aunque nunca se lo he preguntado (el otro día lo vi, ¡de hecho el Día del Maestro!, y no le pregunté…  pero si de razones se tratan, fue por él por el que decidí hacer este pequeño semanario…) …  ah, sí, mis intenciones…  Creo yo que él vio en mí una artista que quería usar el mundo a su favor, y me dio todo tipo de licencias para hacerlo. Él, como casi todos mis demás maestros a lo largo de mi vida, me tenía mucho aprecio por lo buena estudiante que siempre he sido (repito, no la de mejores calificaciones, aunque ya en la universidad subí otro pequeño escalón en ese aspecto), siempre atenta no nomás a la clase sino también a la vida, y siempre lista para poner mis conocimientos a la práctica.  En fin, si no fuera porque él me dio la oportunidad de balancear la actuación con la carrera, yo no hubiera llegado tan lejos hoy…  se me figura que me hubiera quedado atorada en algún trabajo no del todo de mi agrado… O, como ya para entonces pensaba en meterme de maestra, quizá ahí estaría, en algo agradable pero con mi alma partida en dos, siempre pensando en lo que podría haber hecho para sacar algo artístico…

Ahora, la verdad es que en muchas ocasiones me tocó trabajo doble, porque como yo no quería perder la confianza del maestro Kampfner ni de mis otros maestros que me apoyaban, inicialmente Consuelo Mata, Tania Fernández, y posteriormente Olga Santos, (aunque  prácticamente todos mis maestros a excepción de uno o dos de esta etapa veían algo real en mí y me apoyaban bastante), pues no me quedaba de otra más que llegar a casa, comer rápido y hacer todo lo de la escuela en tiempo récord para poderme ir a ensayar Don Juan Tenorio de 5 a 11 con la Compañía Estatal de Teatro… y si faltaba algo a veces era llegar y comer algo rápido antes de media noche y seguirle hasta las 2, 3 o 4 de la mañana para entregar tal o cual cosa académica a tiempo…  La verdad disfruté mucho ese tiempo de mi vida, aunque pareciera que no, jajaja.  Tanto así lo extrañe cuando se acabó, que tuve mi periodo de irme al yoga a las 5 am todos los días, y posteriormente a natación (… ¿o fue al revés?), porque todavía necesitaba algo de esa actividad que te hace reacomodar tus horas y disfrutar algo físicamente.  No recuerdo por qué dejé de ir a ellos…

En fin…  hablando de los demás maestros, destaca Consuelo Mata, porque ella me llevó de la mano directamente al mundo de las letras.  Leyendo algunos de mis cuentos cortos hechos para clase, se dio cuenta de que ese era mi camino (recordemos que no la escuché del todo, sino que me fui a actuación, pero más adelante se unirán las dos vertientes artísticas, así que todo está bien, jajaja).  Ella me llevó a talleres y me instó a que iniciara la saga de Cassandra, ya que le había contado de su nacimiento y de todas las veces que había intentado empezar a escribir.  Por ella nacieron algunos de los cuentos que están en mi futuro nuevo libro, y de hecho por ella nació La Sombra Detrás, que en sus inicios era un cuento corto con la misma premisa pero con protagonistas niños (hermanos de 8 y 12 años, Ana siendo menor que Diego).  Ya ni se diga todo lo que aprendimos en sus clases, lo que me llevó, junto con lo aprendido con Tania Fernández, a desarrollar muchos de los arcos menores de Pentacle (algún día todos sabrán a lo que me refiero con Pentacle, a la saga de Cassandra y sus cinco partes: Iar, Tuath, Airt, Deas y Aethyr.  Iar será terminado muy pronto, ¡y ya de ahí no pararé!)

La maestra Tania fue también imprescindible para mi continua reafirmación del “sé tú misma”.  Ambas lo fueron.  Hicieron una mancuernilla muy importante para ese fin, y las dos me felicitaron continuamente por acarrear mi bandera con orgullo (en aquel entonces quería que fuera una bandera arcoíris, pero me vine a enterar en Vancouver que esa se usa para *otro* tipo de orgullo, uno que yo respeto y apoyo al 100%.  En fin…  ¿se vale una bandera de mandala con los colores del arcoíris? Por lo menos con unos dos mil o tres mil de ellos, porque eso de la millonada me cae que nadie lo podría visualizar adecuadamente… jeje).

Por último, pero decididamente no menos importante, la Maestra Olga Santos vino a sustituir al maestro Kampfner en todos sus sentidos…  No solo tomó su lugar como la coordinadora de la carrera, sino que además mantuvo intacto el apoyo hacia mis tendencias artísticas.  Con ella sentí un poco de vergüenza, de hecho, ya que a pesar de todo el apoyo recibido dejé el teatro, pero ella no dejó de sonreírme ni de alentarme a que buscara mi camino… ¡y escribí La Sombra Detrás!

Gracias, todo gracias a estas cuatro personas que en ningún momento me forzaron a que fuera otra persona, que no me presionaron para que me involucrara más con mis compañeros sino que me alentaron a que me metiera más dentro de mí misma, a que pudiera sacar todo lo que estaba ahí guardado, listo para empezar a formar letras…

Entonces, ¿qué aprendí realmente de la Lobos?  Aparte del currículo de primerísima categoría que ya mencioné, aprendí a vivir mi ser real, mi ser hecho de letras y de arte…  Y aprendí que no importa que tan marginado sea uno, siempre se tiene algo que decir, algo que amerite ser escuchado, ya la manera de hacerlo depende de cada quien…  También sé ahora que cuando vas viviendo cosas pesadas y duras, poco a poco uno se hace más fuerte, y así situaciones de rechazo local pueden permitir que cuando a uno le toque el rechazo internacional no sea tan pesado como pudiera haber sido sin tener el anterior…

Ahh, ¡pero esto también da herramientas! Y se trata de eso: de aprender, de no quedarse estancado en la situación (de rechazo, de fracaso, de estancamiento, como se le quiera llamar), sino que uno puede empezar a mirar atrás y quizás hasta ver sus propios errores en primer plano para empezar a cambiar actitudes o patrones, y que el futuro se vea menos complicado y mucho más venturoso…

Me estoy yendo por una tangente por la situación personal que estoy viviendo… pero pos que quede de aprendizaje, ¿no? Tanto para mí como para cualquiera que le pueda sacar jugo…  Como ya dije antes acerca de las palabras de Luis Gerardo: los que van a estar van a estar, y los que no, pues gracias por todo lo que me dieron; si la historia se acabó, mil bendiciones para sus vidas y mucha alegría bien merecida…

(para los que se quedan obvio que también, ¡nomás que a ustedes se los puedo seguir diciendo todos los días!)

Y en fin, para no seguir robando cámaras, de nuevo muchas muchas gracias a este cuarteto tan ilustre en mi vida, que la neta la neta, sin ellos en particular, no sé si hubiera (o cuándo hubiera realmente) empezado a escribir :D  … Maestros Arturo Kampfner, Consuelo Mata, Tania Fernández y Olga Santos, ustedes tienen tanto mérito en mi éxito actual, creciente y venidero, como los maestros que me han guiado en el arte de escribir…  ¡Y lo que aprendí en sus materias y en el resto de la carrera también es imprescindible para la calidad de mis escritos!

¡¡¡Gracias gracias gracias!!!

¡Y sus mil bendiciones y otras tantas además!

viernes, 30 de mayo de 2014

Let go


Te vas mañana y ya no regresas...  ¿Que si te extrañaré?  Sí, lo haré, no intentaré ocultar una verdad que ya todos saben.  I'll cry for you, I'll pull my hair and cry for you, miss you forever and all the good things you gave me.  Pero he crecido, madurado, es hora de dejarte ir y comenzar una nueva etapa de mi vida.  I have to be myself again, the real me, not hiding under the veil of you.  Y sabré por siempre que ya sin ti, mejores cosas vendrán.

viernes, 23 de mayo de 2014

Del despertar en el Colegio España...


Hace una semana, con motivo del Día del Maestro, la librería Gandhi organizó un concurso en Facebook para agradecer al maestro o maestros que cambiaron nuestras vidas.  Yo iba a participar, pero me detuvo el bello hecho de darme cuenta que no tengo un solo maestro que me haya guiado a dar los giros apropiados, sino cientos!  Bueno, cientos no lo sé (igual y en algún momento me pongo a contar, ya terminada la lista en unas semanas, jeje), mas tengo la dicha de haber siempre estado rodeada de gente que me ha impulsado y enseñado no sólo sobre sus materias particulares, sino también sobre la vida y cómo ser mejor persona paso a paso…

En fin, como dije el blog pasado, preferí hacer éste serial para conmemorar que hoy, a mi mayor fortuna, he llegado muy lejos impulsándome en la sabiduría de estas personas, humanos de primerísima calidad que espero sigan inspirando a alumnos año tras año, en donde quiera que estén.

Una de las maestras sobre las que voy a hablar hoy es de la que hubiera escrito mi párrafo de agradecimiento para concursar; la maestra Lourdes Niebla, una mujer sumamente sobresaliente en mis recuerdos de modelos a seguir.  Ella fue la primera en impulsarme de lleno y al 100% en cuanto a mi creatividad y a mi individualidad; no fue la primera en comprender, ya quedó claro desde mi escrito sobre Tappan, y además otros maestros durante la preparatoria también comprendían…  No fue la primera en darse cuenta de mi problema emocional/bioquímico, ni fue la primera en echarme porras…  Pero si fue la primera en lograr que me pudiera ver yo misma a la cara y reconocer todo aquello que otras personas me venían diciendo desde hace años.  Fue la primera en romper mi barrera y en lograr que yo misma quitara todas esas paredes que me escondían de mí misma.

Para entender por qué ella merece esta distinción en mi vida, me voy a ir un poco para atrás.  Si no lo he dicho antes, lo diré aquí: nací con una lesión en el cerebro, tan diminuta que no se lograba ver con la tecnología que teníamos en el país por esos años…  pero tan grande que provocó estragos en mi vida emocional desde muy corta edad (de hecho se ha hecho el diagnosis de que yo era un bebé deprimido, cosa que en 1982 era bastante difícil comprender, si no imposible).  Esa lesión me causó muchas limitaciones en mi vida social, porque si de por sí yo ya era bastante diferente, considerada siempre la rarita de la clase, la peculiar, la extraña y demás, el vacío emocional que surgía ante el rechazo continuo y mi incapacidad de lidiar con él, provocaba que me escondiera más, que me alejara más de mis compañeros… Y eso provocaba más burlas y más bullying.  Era un círculo vicioso basado en la incomprensión de dos cosas: de mi carácter natural de artista geek, y de mi situación emocional causada por una bioquímica cerebral dañada…  Por muchos años se malentendió inclusive por el hecho de ser adolecente, y como por supuesto que no hay tal cosa como un “adolecente normal”, simplemente no llamaba la atención.  Hasta que conocí a dos personas: el profe Sergio y la maestra Lourdes Niebla.

Ya para entonces había habido otros, tal como todos los mencionados de Tappan, o el maestro Manuel, que fue mi profesor de música en primaria y después el coordinador de secundaria cuando regresé de Estados Unidos.  Ese año fue particularmente difícil porque al salir del país por dos años e insertarme en una cultura tan, erm, cultural (valga la redundancia, jejeje), el resultado obvio fue que mi peculiaridad se exponenció al infinito y más allá (y yo también me la creía que podía abrir mis alas y volar!  En mi caso nadie me hizo entender que yo era un juguete, sino más bien que era todavía una niña y me faltaba mucho por trabajar antes de volar…  Lo bueno es que se me brindaron innumerables herramientas para trabajar eso). El maestro Manuel jamás dejó de reconocer mi potencial, tanto él como la maestra Mary Carmen y después también la maestra Adriana (dos maestras de ciencias sociales que además fueron coordinadoras de la preparatoria), todos me instaron a que usara mi intelecto para bien, sin avergonzarme de ser más culta y esmerada que mis compañeros (“matadita” es una definición que no cabe aquí, y ni siquiera “nerd”, porque mis calificaciones no eran las mejores del salón…  estoy segura de que varios de mis compañeros de aquel entonces han llegado mucho más lejos que yo, bien merecido en muchos casos, si hablamos del nivel intelectual o del uso de recursos…  más bien es que mis maestros en aquel entonces se percataban de mi capacidad innata de captar el mundo a mi alrededor, de entender cosas mucho más profundas que el resto tiene a esa edad…).

Entra el profe Sergio.  Él llegó como maestro substituto de Biología, y coincidentemente sabía una enorme cantidad de fundamentos de psicología, material que guardaba en un apartado de su cerebro, siempre listo para sacar y utilizar en cuanto fuera necesario.  Yo fui uno de esos momentos necesarios.  Y ese detalle me salvó la vida.

En aquel entonces hablar de depresión seguía siendo uno de los más grandes tabúes en la sociedad latina, y fue muy difícil para él insertar el tema dentro del salón de clases…  Nos detectó a varios, no fui la única.  Los demás, dos o tres de mis compañeros, no sé si le hicieron caso o no, pero el hecho fue que como ya antes una enfermera en Ann Arbor me había dicho que yo tenía depresión, aunque no había habido seguimiento, cuando él abrió el tema en clase pensé que era un llamado a iniciar “algo”…  Yo no sabía qué, pero decididamente algo que tuviera que ver con mi sanación.

La manera en como él manejó el tema fue bastante creativa.  Para empezar, no dijo nombres en el salón, sólo habló de los beneficios de la psicoterapia para todos en general, como una manera de checarse de vez en cuando y asegurarse que todo va bien en mente y alma… él decía que así como uno va al doctor para chequeos generales cada determinado tiempo, así nos conviene checar también mente y alma… Y es una filosofía que hasta el día de hoy sigo pasando con mis conocidos!  Entonces sí, ya que nos acercamos los que nos teníamos que acercar, nos decía que había detectado tal o cual cosa y nos mandó con una amiga de él, de quien había aprendido todo lo que sabía, y quien se convirtió en mi primera terapeuta, Zita Delgado.  Eso para mí marcó marco a los 15 años el inicio del trabajo duro, aunándolo a una secuencia de cursos de sanación con energía y conceptos asiáticos para el bienestar; y aunque ha sido una experiencia dolorosa en ocasiones (porque a veces hay que ver las partes más obscuras de uno mismo para poder sacarlas a la luz), es algo que no cambiaría por nada..!

Basta decir que es por él que no podía dar un agradecimiento a una sola persona… y por quien salieron a la punta de mis dedos todos aquellos nombres mencionados y los demás que voy a mencionar...!

La maestra Lourdes Niebla no sólo continuó con el trabajo iniciado por el maestro Sergio, sino que además añadió una base literaria y filosófica inigualable (y que todavía no termino de leer, jajaja…  sí hemos hablado de que mi lista de libros casi llega a los 700, verdad?).  Entre los ejemplos de detalles hermosos que tuvo para conmigo fue que me regaló El Hacedor, de Miguel de Unamuno, y que en una ocasión nos puso un ejercicio en clase para que todos escribiéramos en papeles anónimos todo lo bueno de cada uno de nuestros compañeros.  Ella me instó a abrazar toda esa parte de mí que aquí en México es tan (o era tan) difícil aceptar…  Me vi como era, lo malo y lo bueno, en un espejo multidimensional que no dejaba ningún rasgo de mí escondido…  Ahh, algo no te gusta? Pues trabájalo! Ves cosas que sí te gustan? Sácalas al aire, no importa quién las vea!  Eres historia, filosofía y literatura; eres letras de muchos tipos y culturas; eres amor, eres bendiciones, eres risa y alegría; eres tinta, eres arte, colores y matices; eres fuerza, eres inteligencia y eres fantasía!  Eso es lo que me dijo el espejo… Y resonaron las palabras en muchas voces que me lo habían dicho antes, como una confirmación cronológica que me abrió los canales de la sanación y la creatividad de tal manera que aunque quisiera ya no se pueden cerrar…

Todo esto pudiera sonar como una exageración, pero hay que tener en cuenta que estoy hablando de Durango de los años 90’s…  Era muuuuy diferente entonces…  Por supuesto que quizá no ayudaba que me pintaba en cabello con mechas de cuatro colores o que me vestía de hombre, pero eso es historia para otro día…

El caso es que ahí están mis salvadores del Colegio España, y quizá no es coincidencia que esta parte del blog caiga directamente sobre el día del estudiante, porque también fue durante la época de preparatoria en el Colegio España que mi carácter se forjó, cuando tomé la decisión de que el arte sería de una vez y para siempre lo mío…  Ya que después haya cometido errores o buscádole en otras áreas aledañas, pues eso también es historia para otro día! Jejeje…  El caso es, repito, que fue una época necesaria y pivotal para transformarme en la persona que soy, así que merece toda mi gratitud, y a estas personas que mencioné hoy, lo doble y hasta lo triple!

Ya nos veremos a la próxima…  Buena semanita y muchas bendiciones!!

viernes, 16 de mayo de 2014

Thank you Tappan Middle School!!


So…  My original intention for today was to do a “teacher’s day” kind of writing, basically to talk about those teachers and instructors that changed my life, those whom I’ve got to be thankful for because I am what I am because of them.  The great men and women that helped me discover my Element.  That sort of thing. Well, I am truly glad to say that I discovered that my list of teachers to be thankful at is looooong; so I’ll do a mini-series (yeah, cos we all know how good I am with those, right? Based on the picture thing that I was supposed to do like in February?) Well, I’m sorry (I’m so sorry), but I never did find the pictures from Chihuahua, and I still have a long waiting list of to-do’s, both in my room before I make it back to London, and in my writing business (wink wink).

Well (again), so I begin this mini-series of five weeks; one for Tappan Middle School, one for high school in Colegio España; one for International Relations at the UAD, one for my lovely Masters in Creative Writing at Newcastle, and one for diverse instructors at many different workshops taken over the years...

So I begin with Tappan Middle School, not because the previous studies don’t count, but because we’ve all agreed by now that my emotional, psychological and creative awakening began at age eleven, when I lived in Ann Arbor and the trees and the snow and the quirkiness of the people I met there made me realize that I was a witch and I must forever write about witchy things.  It is no coincidence that it was at age eleven; it was no coincidence that I was in Ann Arbor; it was definitely no coincidence that I met the people I met.  I grew in way too many levels, probably even quicker than could have been intended.  I met my best friend/sister forever Hillery Keefer there, and she alone is a blessing heavy enough for me to always, always, ALWAYS be in love with Ann Arbor.

Thankfully though, she was not the only blessing, but instead I also walked away and into adulthood with the frank teachings of a high number of amazing teachers of all areas and subjects.  Ok, granted, I have mostly always been a teacher’s pet, so I guess it was too little to ask for me to thank only one or two of five people in this day.  I go above and beyond and I (virtually) hug those that helped shape the creative, magical and eclectic Sandra I am today.

First on my list, not because I have any order (because I cannot really put any order of preference to this fantastic people), but because her name is in front of my face basically all the time, it Mrs Bailey.  Every time I walk down the spirits section of a store I think about her; every time I stand at a bar to ask for my order I think about her; every time I take a swig of the creamy stuff, I think about her!  Wait, this all makes me sound like a wino...  Nope, I think I’ve had Baileys like no more than fifteen times in all my life (it’s still one of my favourite drinks, and I could probably add to that another 5 with the cocktails and/or hot chocolates I’ve had at other times), but hey, the brand is like all around us!  And how lucky for this amazing Math teacher to be brought into my mind so constantly, because it also makes me remember that there was a time, a year of my life, when I was actually good at math, and all because this woman did not let me lose faith in my ability to understand the subject; then my classes turned to algebra and other funny sections of mathematics which I don’t even know if I could work out now after almost fifteen years of none of it, but what I can very faithfully say of Mrs Bailey is that not only did she make me trust myself in math, but also gave me a huge amount of confidence regarding my self-value, which I think is what gave me the strength I needed to turn my life right-side up at age 23...  It was her and Mrs Dolan who pushed me like that, along with Mrs Pedley and Mr Smith.  I don’t think they knew they were working together, they just gave me each their homework...

Mrs Dolan was the first teacher I met at school, and she turned out to be my English teacher during 7th grade; she was the one who picked up on my creative abilities, and later Mrs Watts agreed, during 8th grade in Language Arts... I never had as close a relationship with her as with Mrs D, but what I got from both is that I should never be afraid to explore the courses of my pen and my ink;  I did poems and short stories and ads and stuff for both classes, along with reading a ton of books for those classes as well as for others (and for which I *also* won awards, thank you very much), and they both fed my creativity and inspiration by giving us tasks that would make us twist and explore and renew the threads of Literature.

Mrs Pedley and Mr Smith were my ESL teachers both years. Yes, I took two ESL classes each year I was at Tappan.  I did not take History either year.  No, I did not need it, languagelly speaking.  Yes, I was cheating.  And yes, I think they both knew I was cheating.  But we all knew it was for the greater good:  they induced me into a creative coma, in which none of the other classes touched me, at least for most of the time, and where once I was finished with the exercises or homework and stuff, then I could just devote myself to Cassandra’s world, and thus a great chunk of the original stories were created, the base story for what I am trying to write now.  A great deal of that was shown through drawings, thus the initial confusion as to where to direct my creative life; but creation is creation and the story is fundamentally the same, which is what counts for the roots of Pentacle.  Now, Mrs Pedley has an added point here that makes her my favourite teacher ever in a way that no other teacher can compare, even if I love them and thank them all the same: she made me read Little Women 13 times while I was in Ann Arbor.  It was actually a bet...  the only bet I have ever made with any teacher, and because I was such a goody two shoes, I was content with the mere fact of actually winning by reading the novel (both parts one and two) twelve times since the moment I told her that I had just finished reading it for the second time in my life (at age eleven), and she answered that she had read it 14 times all in all.  I told her that I could match her fourteen within the two years we’d be in the city, so we made a bet of it and I won, simple as that.  Now, I think I had already mentioned that I cannot read Little Women ever again...  this is why, hehehe.

But outside of my Fantastic Four of Tappan teachers there are others, such as Mrs Watts, that inspired me in other smaller or bigger ways.  Ms Fitzgibbon, for instance, my first Homeroom teacher during 7th grade, and the most beautiful woman in the world at that time for me (she looked a bit like Meg Ryan, so she was that “I want to be like you when I grow up” for me), extremely positive and energetic and funny; an amazing role model for all of us.  There was also Mrs Brannon, who in terms of funniness was always on top and showed us all in class and outside that it’s always best to be yourself. There were also Mr Lillie and Mr Horning, the two PE teachers we had at different times of the year...  and man how I drove them crazy!  They knew that sports were never my cup of tea, and still they gave me continuous support for me to do my best during gym class.

Then there was Mr Link...  sigh oh sigh oh sigh...  he was the first “older man” I ever loved. It’s costing me an arm and a leg to write this, but what the hell was he back then anyway? Erm, 23??  Just fresh out of school, basically.  Geez shmeez, 23 is loooong gone for me. (Well, not *that* long...).  Ah, the working mind of a twelve-year-old...  yeah, he was my 8th grade natural Sciences teacher.  Oh, and for when Iar comes out, the scene when Cassandra drops her purse on her head is completely true. The rest is made up, but I actually introduced the character of Mr Kirby only just so I could use the purse incident at some point.  Back when it was all lovely and bright I would have liked to have Chris O’Donell play that role, but given that he was recently referred to as “Oh, that older guy on that cop show” by one of my friends a few weeks ago (and thus giving me the time-induced shock of my life), I think it is time to start looking at the new arrivals in case I ever go like “Yes, let’s sign this paper so that my stories make into screen”.

Also Mrs Aquino, who was the teacher of the same subject but during 7th year, and Mrs Minus and Mrs Richmond, whose classes I didn’t take (erm, History, actually, lol) but who were always supportive and generous towards me, as was most of the staff, really...

And last but not at all least, the man of the hour, the man of the lizard car, Mr McGilliard!  I kid you not, he had a car covered in plastic lizards, and it even made the paper every once in a while...  he was, of course my Arts teacher... and with him I learned that I am as no good with my hands as I am good with my words; but even more importantly, I learned the importance of having a certain something to be your trademark, that little thing that people will recognize you for, wherever you go, whatever distance you travel.  Yes, apparently I went for book-lover, even though I tried my best with my hair as rainbow or my jewellery or my fantasy/superhero decorated notebooks.  And frankly, book lover is the best thing I could have achieved!

So, off I go for today...  It’s super late and my original intent was to upload this early in the day, but too many things are coming together and so many others are just knocking around to see if I will consider them... these are defining days in my life, and I love nothing more than to share them with ya’ll.

So then, thank you so much, everyone I mentioned from Tappan Middle School! And even those I didn’t mention...  cos maybe there are times when 20 years go by and names and figures disappear from the mind, but the one thing that is sure to stay is the growth, the gratitude and the eternal love for school and city and experiences!

Cheers all!!!

sábado, 10 de mayo de 2014

El momento perfecto


Miles away from light at noon

Total eclipse of the moon

Many reasons to believe in life

Just listen to what’s telling you.

Enigma

 

 

No hay momento perfecto.  No me malinterpretes, no soy una fatalista o una pesimista; ni siquiera, para ser completamente sincera, soy una realista.

            Pero no hay momento perfecto, y cuando miras el cuadro objetivamente y te das cuenta de la veracidad de esta frase, créeme que puedes obtener muy buenas risas de aquellos momentos que en su impertinente momento devinieron perfectamente imperfectos.

            Qué risa de aquel primer beso, el primerito de todos, que te dieron bajo la luna llena, caminando a un lado de un río italiano, y que con un lengüetazo que te escamó hasta los huesos mandó luna, río y hasta Italia a la basura.

Qué risa de aquel momento en que te sentiste liberada y te sentaste en una de las bellas y tranquilas placitas del centro de Querétaro para empezar a escribir lo que tu dulce alma inspirara y que llegan los jovenzuelos de un conocido partido político con sus matracas, sus silbatos, y hasta sus mentadas al partido opuesto para sacudirte la inspiración hasta el suelo.

Qué risa de aquel momento en que tú, con tu licenciatura en Relaciones Internacionales y tu extensivo conocimiento de Gran Bretaña, le dijiste al presidente de la Asociación de Educación del Reino Unido en México que uno de tus autores favoritos de Inglaterra es Oscar Wilde.

Qué risa de todos aquellos besos que no te dieron, inspiraciones que no salieron y, definitivamente, de todas aquellas metidas de pata –que no se pueden denominar de otra manera más que así mismo-, que no te dejaron dormir por días seguidos.

Qué risa.

Espera…  creo que quizá deba retractarme.  Me vienen a la mente imágenes, imágenes bellas y de todos tipos de momentos.  ¿Qué hay de aquel momento en el rancho, mientras dormitas en una hamaca al atardecer, cuando ya no hay luz suficiente para seguir leyendo, y escuchas las voces de tu familia, las risotadas que provienen de la mesa al aire libre en la que siempre hay comida, pregunta tu hermana por ti, va tu mamá a buscarte, te acaricia el pelo y te habla suavecito?

¿Qué hay de todos aquellos momentos de risas compartidas con amigos que siempre guardarás en tu memoria, con los de la infancia, con los que conociste por un año de tu vida o con los que todavía están?

¿Qué hay de aquel momento en que tuviste la conciencia de que a través de la lente del telescopio aquel objeto brillante que veías era Antares, y te sentiste diminuta, insignificante en comparación, pero tan profundamente satisfecha?

Qué felicidad aquella, qué perfección.

Pero, curiosamente, en esos momentos no se está buscando la perfección.  Quizá sea por eso que esos momentos sí son perfectos…  Sí hay momento perfecto.

viernes, 2 de mayo de 2014

Hasta siempre, Mujercitas


            Nada, nada en este mundo se puede comparar con Mujercitas.  Meg, Jo, Beth, Amy y Laurie son personajes creados con tal amor y con tanta estética, tan fieles a la literatura y a l mundo real al mismo tiempo, que no se puede hacer ninguna comparación con ellos, así como tampoco se puede crear personajes basados en ellos que retraten la sublimidad que Louisa May Alcott le dio a sus queridos personajes.  Se sabe que esta famosa autora les dio vida a las cuatro hermanas basándose en sus propias hermanas, teniendo esto resultados exquisitos.
           

Marcela Serrano hace algo parecido al homenajear este su libro favorito (no por primera vez, ya antes había escrito Nosotras que nos queremos tanto), y el lector puede leer entre líneas el fantástico amor que le tiene a los personajes de Alcott, así como su querencia de haber tenido ella también tres hermanas que pudieran completar su circulo afectuoso.  En el primer libro, Nosotras, las cuatro mujeres son grandes amigas de toda la vida, casi hermanas, y el objeto amoroso de dos de ellas es el hermano de una tercera.  En Hasta siempre, Mujercitas las cuatro mujeres son cuatro primas que son casi hermanas, quienes van cada verano a quedarse en el aserradero de la familia.
 

            Nos encontramos frente a Nieves, Ada, Luz y Lola, cada una reflejada en los personajes que representaron una vez en uno de tantos veranos, personajes que cada una tomo feliz, sin pelearse por primera vez en sus vidas sobre un mismo personaje o sobre si sí le quedaba el personaje a una o no…  las cuatro supieron que estaban perfectamente reflejadas en los personajes, y desde entonces sus vidas se entremezclaron con las vidas de las jóvenes del libro.  Nieves completa su transición en Meg al casarse joven y tener cuatro hijos (un par de gemelos y unas lindas “niñitas”);  Ada tiene que huir a Europa a causa de la revolución chilena (de hecho a causa de cargos falsos contra ella), y su masculinidad se acentúa al tomar el estilo de vida libertino del Londres de los años 70, y se pierde en esencia de Jo, pero la recupera cuando ya bastante entradita en años decide escribir una novela acerca de la vida de las cuatro primas;  Luz era una niña hiper tímida y noble, muy noble, quien no busca otra cosa más que hacer bien a la humanidad, y decide irse a África con un grupo de humanitarios, e igual que Beth, se enferma de niña (por un acto humanitario) y queda débil, así que muere joven al contraer alguna enfermedad mortal en África;  y finalmente Amy despierta temprano en Lola  cuando ésta se percata de su belleza, feminidad y gracia y el efecto que tiene todo ello en los hombres.

 
            Y luego esta el hombre que les gira completamente la vida a las cuatro primas:  Oliverio, quien es, claro, el medio hermano de Luz, y que esta continuamente yendo al rescate de Ada, obsesionado con ella, mientras que Lola juega con su mente aprovechándose de su facilidad para el coqueteo.
 

            Una parte que disfrute particularmente fue cuando Lola quema el manuscrito de Ada para vengarse de algo superfluo, recordando precisamente el capitulo en que Amy le hace lo mismo a Jo.


            La mayor diferencia es más bien de época, estamos hablando de los setenta, y las sexualidades de Lola y Ada despiertan verdaderamente temprano...  y aquello que ningún lector podría soportar en Mujercitas, Ada y Oliverio teniendo relaciones sexuales en una cabaña abandonada...  claro que al final él se casa con Lola, como es debido, pero en fin...

 
            Estas cuatro mujeres nos narran cada una a su manera los acontecimientos de los hechos ocurridos durante su infancia y su adolescencia, enfocándose continuamente en lo que paso durante “el último verano” en su adorado Pueblo; el libro comienza y termina en el presente mas reciente, cuando Ada, Nieves y Lola se reunirán después de muchos años para ir al funeral  de su antigua niñera al Pueblo, y es en verdad un espectacular viaje de nostalgia y ternura, un buen homenaje a Mujercitas, aunque como dije, no tiene comparación con el clásico.


            Recomendaría leer Mujercitas antes de leer éste, aunque no seguidos porque son obras extremadamente diferentes en sí, pero ambas muy disfrutables.

 

                                                                                              Sandra Mayela Tena González
 
Reseña presentada para una calificación de Literatura en preparatoria...  yo le calculo que es de 1998...
y dado el nivel de ajetreo que traigo ahorita en mi vida, me estoy muy agradecida a mi misma por dejar estas joyitas en mis archivos para poder usarlas en semanas como estas, jajaja... y de cualquier manera, me gusta que se conozcan mis raíces de escritora ;)
Cheers a tut!!